En un estudio recientemente publicado en la revista Science Signaling, científicos del Van Andel Research Institute (VARI), han demostrado a nivel molecular cómo la cloroquina, fármaco frente a la malaria, reprime la inflamación, lo que puede servir como modelo para el desarrollo de nuevas estrategias para el tratamiento de la inflamación y para una gran multitud de enfermedades autoinmunes, tales como la artritis, la esclerosis múltiple y ciertos tipos de cáncer.
La cloroquina es un medicamento ampliamente utilizado para el tratamiento de la malaria, el cual inhibe el crecimiento de los parásitos. Durante décadas, la cloroquina y un derivado, la amodiaquina, también se han utilizado como medicamentos antiinflamatorios, para tratar determinadas enfermedades, como la artritis reumatoide, aunque no se conocía el mecanismo exacto de cómo la cloroquina afectaba al sistema inmune.
Al poder entender estas funciones básicas, los investigadores poseen ahora las herramientas necesarias para desarrollar mejores tratamientos para una gran variedad de trastornos autoinmunes.
“Las implicaciones de este estudio son importantes, estos resultados proporcionan la base mecánica para las estrategias terapéuticas para el tratamiento de la inflamación y de las enfermedades autoinmunes, y proporcionan además nuevos enfoques emocionantes los cuales pueden ser probados en ensayos clínicos”, dijo Henry F. McFarland, jefe de la sección de neuroinmunología del National Institute of Neurological Disorders and Stroke (NINDS).
Las enfermedades autoinmunes aparecen cuando el sistema inmune reconoce erróneamente las células sanas, los tejidos ó los órganos como patógenos y los ataca. Estas enfermedades pueden afectar a cualquier parte del cuerpo, pero uno de los síntomas que es común a la mayoría de las enfermedades autoinmunes es la inflamación.
El instituto nacional de salud (NIH siglas en inglés), tiene una lista de más de 80 enfermedades autoinmunes comunes como el asma, la enfermedad de Crohn, el síndrome de Guillain-Barré, esclerosis múltiple, miastenia Gravis, Psoriasis, Artritis Reumatoide y algunos tipos de cáncer, entre otras muchas enfermedades.
El doctor Eric H. Xu, director del Centro de Biología Estructural y Descubrimiento de Fármacos del VARI, y sus compañeros, demostraron que la cloroquina reprime la inflamación mediante la activación sinérgica de la señalización con glucocorticoides. Los glucocorticoides son una clase de hormonas esteroideas, las cuales se unen al receptor de glucocorticoides presente en casi todas las células de los vertebrados. Los glucocorticoides son uno de los agentes más potentes y eficaces para el tratamiento de la inflamación y de las enfermedades autoinmunes.
Los glucocorticoides sintéticos se utilizan actualmente para tratar el asma, las alergias y la artritis reumatoides. Dado que los glucocorticoides también interfieren con algunos de los mecanismos propios de las células cancerígenas, también se utilizan a dosis alta como tratamiento de ciertos tipos de cáncer, como es el caso de la leucemia y del linfoma. Sin embargo, a dosis terapéuticas, los glucocorticoides pueden causar una gran variedad de efectos secundarios debilitantes, como es el caso de diabetes, osteoporosis, atrofia de la piel y retraso del crecimiento.
“El descubrimiento y desarrollo de nuevos usos de los glucocorticoides, conservando sus efectos terapéuticos beneficiosos, y reduciendo los efectos secundarios adversos e indeseados sigue siendo un reto médico importante”, dijo Yuanzheng He, el principal investigador del estudio, perteneciente al VARI.
La investigación llevada a cabo en el VARI, ha revelado la presencia de una regulación inesperada de la señalización por glucocorticoides por funcionamiento lisosomal. Los lisosomas son orgánulos presentes en las células animales los cuales poseen enzimas para descomponer materiales de desecho y restos celulares.
Los investigadores descubrieron que pueden imitar el efecto de la cloroquina inhibiendo los lisosomas en las células. Creen que el desarrollo de nuevas terapias para el tratamiento de la inflamación y las enfermedades autoinmunes implicarán estrategias que combinen glucocorticoides con inhibidores de los lisosomas.
“Sabemos desde hace un tiempo que los esteroides y los lisosomas afectan al sistema inmune, pero no se sabía que ambos trabajan juntos”, dijo Jeffrey Trent, director del VARI y de la investigación. “Los investigadores tienen ahora un camino claro para seguir con el objetivo de llevar a cabo proyectos para desarrollar inhibidores de glucocorticoides y de los lisosomas, y para mejorar la eficacia y potencia de la cloroquina como agente terapéutico”.
Fuente: Science Daily
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