En la salud pública mundial, el poseer un mecanismo de lucha contra una determinada enfermedad que sea barato, fácilmente disponible y sostenible es el Santo Grial. Puede parecer difícil el nuevo sistema que se está probando en Tanzania para la lucha contra la malaria: calcetines malolientes.
Los experimentos se están llevando a cabo en 3 aldeas en donde la gente sufre alrededor de 350 mordeduras al año, por parte de los mosquitos hembra del género Anopheles infectados con malaria. Se están usando calcetines sucios para atraer los mosquitos a las trampas, las cuales poseen substancias tóxicas y éstos morirán.
Los investigadores esperan que si esta estrategia funciona, con el tiempo se complementará con mosquiteras tratadas con insecticidas, como una forma rudimentaria de prevenir la malaria, la cual mata a unas 900.000 personas al año, la mayoría de las cuales son niños.
“Se trata de una idea audaz, ¿Quién habría pensado que habría una tecnología capaz de salvar vidas en su cesta de ropa?”, dijo Peter A. Singer, médico que dirige el Grand Challenges Canada, una agencia de desarrollo del gobierno canadiense, la cual está ayudando a financiar la investigación.
Estudios previos llevados a cabo en el laboratorio han demostrado que los calcetines malolientes funcionan bien como forma de atracción de los mosquitos. Los experimentos de campo realizados han demostrado que este cebo sintético es más atractivo que la gente, al menos que éstos insectos se acerquen lo suficiente como para darse de cuenta de que no hay sangre esperándole.
Este nuevo experimento, sin embargo, es el primero en comparar cara a cara en el campo el uso de los calcetines malolientes con el uso de productos químicos. Los investigadores esperan que gane el calzado.
“Es simplemente una cuestión de costos y de conveniencia”, dijo Fredos O. Okumu, el entomólogo de Tanzania que lidera la investigación. “Se dispone más fácilmente de los calcetines y no es necesario mezclarlos con productos químicos. Es el tipo de acción que uno mismo podría hacer en su propia casa”
En la salud pública mundial, el poseer un mecanismo de lucha contra una determinada enfermedad que sea barato, fácilmente disponible y sostenible es el Santo Grial. Puede parecer difícil el nuevo sistema que se está probando en Tanzania para la lucha contra la malaria: calcetines malolientes.
Los experimentos se están llevando a cabo en 3 aldeas en donde la gente sufre alrededor de 350 mordeduras al año, por parte de los mosquitos hembra del género Anopheles infectados con malaria. Se están usando calcetines sucios para atraer los mosquitos a las trampas, las cuales poseen substancias tóxicas y éstos morirán.
Los investigadores esperan que si esta estrategia funciona, con el tiempo se complementará con mosquiteras tratadas con insecticidas, como una forma rudimentaria de prevenir la malaria, la cual mata a unas 900.000 personas al año, la mayoría de las cuales son niños.
“Se trata de una idea audaz, ¿Quién habría pensado que habría una tecnología capaz de salvar vidas en su cesta de ropa?”, dijo Peter A. Singer, médico que dirige el Grand Challenges Canada, una agencia de desarrollo del gobierno canadiense, la cual está ayudando a financiar la investigación.
Estudios previos llevados a cabo en el laboratorio han demostrado que los calcetines malolientes funcionan bien como forma de atracción de los mosquitos. Los experimentos de campo realizados han demostrado que este cebo sintético es más atractivo que la gente, al menos que éstos insectos se acerquen lo suficiente como para darse de cuenta de que no hay sangre esperándole.
Este nuevo experimento, sin embargo, es el primero en comparar cara a cara en el campo el uso de los calcetines malolientes con el uso de productos químicos. Los investigadores esperan que gane el calzado.
“Es simplemente una cuestión de costos y de conveniencia”, dijo Fredos O. Okumu, el entomólogo de Tanzania que lidera la investigación. “Se dispone más fácilmente de los calcetines y no es necesario mezclarlos con productos químicos. Es el tipo de acción que uno mismo podría hacer en su propia casa”
Las trampas son cajas cuadradas que se asemejan a las colmenas que se venden. Algunas contienen un cebo con olor a humano, el cual se compone de productos químicos simples, como es el ácido láctico, amoníaco y ácido propiónico; los cuales son liberados por las personas, especialmente en las piernas y en los pies. Otras trampas contienen calcetines usados por un
adulto durante un día. Otras contienen almohadillas de algodón que los niños de las escuelas se colocaron por dentro de los calcetines y posteriormente fueron entregadas a los investigadores.
Los investigadores, a continuación, compararán el número de mosquitos atrapados por cada método.
En un trabajo anterior, Okumu y sus colegas, en el instituto de salud Ifakore de Tanzania, demostró que el cebo químico atrajo 4 veces más mosquitos en las zonas en donde vive la gente, y que los calcetines sucios han funcionado igual de bien, al menos en el laboratorio. Si las almohadillas de algodón resultan ser adecuadas, éste será el cebo preferido.
Las superficies interiores de las trampas están recubiertas de un insecticida organofosforado, los mosquitos que se posen sobre esta superficie morirán en unas 24 horas. Otras trampas contienen un hongo que infecta a los insectos y los mata en 5 días, que es aproximadamente la mitad de tiempo que tarda un mosquito en transmitir la malaria a una persona desde que éste se infectó.
La estrategia de atraer al mosquito y posteriormente matarlo es un nuevo sistema para la prevención de la malaria.
Normalmente, los intentos de prevenir la malaria controlando a los mosquitos, estrategia conocida como control del vector, se han dirigido a alejar a los mosquitos lejos de la gente ó a matarlos una vez han sido atraídos a las proximidades de la gente.
Hoy en día se utilizan mosquiteras en las camas, las cuales están tratadas con un repelente de larga duración, la permetrina; millones de estas mosquiteras han sido vendidas ó cedidas a África. En muchas zonas la malaria es endémica, en estas zonas, las personas aplican un insecticida en forma de aerosol en las paredes internas de las casas, de tal manera que éstos mueran una vez se posen.
Las mosquiteros han reducido en un 20% la mortalidad infantil en las áreas endémicas de la enfermedad. El modelo sugiere que las trampas podrían reducir la transmisión de la malaria, tanto como las mosquiteras reducen la transmisión en los pueblos, en donde la mitad de los hogares las utilizan.
A pesar de su apariencia de tecnología rudimentaria, la estrategia que Okumu está probando, es mucho más complicada y potencialmente peligrosa de lo que aparenta.
Una de las preguntas clave que se hacen los investigadores es dónde hay que colocar las trampas; éstas tienen que estar lo suficientemente cerca de las viviendas para atraer a los mosquitos, pero no tan cerca como para incrementar la exposición de las personas a los mosquitos portadores. La investigación de Okumu sugiere que las trampas deben de estar al menos a 30 metros de las casas.
Otra cuestión es cuántas trampas necesita un pueblo. Okumu ha calculado un número mínimo de 20 trampas por cada 1000 personas, aunque en algunas zonas en las que la transmisión de la malaria es especialmente intensa y en ciertos tipos de aldea, pueden ser necesarias hasta 130 trampas por cada 1000 personas.
A pesar de estos retos, proyectos como ésta son en los que la organización Grand Challenges Canada está buscando apoyo. Esta organización ha aportado unos 260.000 euros para la investigación, además, la fundación Melinda y Bill Gates ha proporcionado una cantidad similar. Asimismo, la fundación Gates le dio a Okumu unos 70.000 euros para realizar los estudios preliminares.
“Nos sentimos inspirados por gente como Fredos”, dijo Singer. “Creemos firmemente que las personas innovadoras en países con bajos ingresos están en las mejores condiciones para resolver sus propios problemas. Okumu se trata de un investigador africano, cn una innovación africana, para un problema africano”.
Okumu, quien está realizando un doctorado en la London School of Hygiene and Tropical Medicine, dijo que “está trabajando en la premisa de que es un problema global, un problema global en un mundo plano”.
Dijo que dudaba de que pudiera existir una demanda de su estrategia, si resultase exitosa, en lugares sin malaria como los Estados Unidos. Un par de calcetines de un hombre que ha corrido una carrera de 10 kilómetros, situados en la esquina de un patio sólo podrán desviar brevemente a los mosquitos y éstos pronto encontrarán las piernas desnudas.
“Los mosquitos siguen siendo animales muy inteligentes” dijo. “Lo que están buscando es sangre, pueden ser atraídos por los calcetines sucios, pero no pasarán mucho tiempo allí”.
Fuente: The Washington Post
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