Investigadores del Hospital Universitario de Salamanca han descubierto que los alcoholicos crónicos producen más citocinas proinflamatorias que hacen que, en caso de infección, la inflamación con la que responde el sistema inmunitario sea excesiva, por lo que ésta actúa contra el propio organismo.
Estos son los resultados de un estudio realizado para conocer la respuesta inmune de personas que sufren alcoholismo, en el que llevan varios años trabajando un grupo liderado por el doctor Javier Laso Guzmán, jefe del servicio de Medicina Interna de este hospital.
Según explicó este experto a la Agencia de Noticias para la Difusión de la Ciencia y la Tecnología (DiCYT), han estudiado el comportamiento de unas substancias que intervienen en la respuesta de un individuo ante un patógeno, denominadas citocinas, las cuales median en la comunicación entre células y juegan un papel importante en la inflamación.
Una de las citocinas más importantes en la inflamación es la TNFα, pero Laso centró su estudio en las interleucinas, ya que algunas, como la IL-1, IL-2 ó la IL-6 son importantes en la inflamación, mientras que otras son antiinflamatorias, como la IL-10.
Determinaron estas citocinas en las células productoras, en colaboración con el Servicio de Citometría de la Plataforma Nucleus de la Universidad de Salamanca. “Hemos realizado publicaciones sobre el comportamiento de estas citocinas tanto en pacientes con patología hepática como en personas con adicción al alcohol”, señala.
Actualmente es un hecho aceptado que el alcohólico crónico tiene menos defensas ante las infecciones, pero ahora, este grupo de investigación ha demostrado que cuando se producen las infecciones, el enfermo desarrolla una respuesta inflamatoria desproporcionada.
“Nuestra aportación se basa en que los enfermos alcohólicos crónicos tienen una mayor propensión a las infecciones, como ya se sabía, pero que sobre todo tienen una respuesta inflamatoria excesiva ante ellas”, advierte.
Esta respuesta inflamatoria excesiva tiene en parte causas genéticas, ya que aunque beban lo mismo, no todos los enfermos reaccionan igual. En este sentido, los genes también pueden predisponer a un individuo a sufrir la adicción ó las patologías que se asocian a ella. “No hay un gen del alcoholismo, hay un conjunto de genes que predisponen a sufrirlo, en combinación con el ambiente social”, indica laso.
“Tenemos muestras de ADN de enfermos que tienen dependencia alcohólica, abuso de alcohol y hepatopatías, ya que el alcohol puede producir cirrosis, hepatitis alcohólica o sólo depósitos de grasa, pero sólo un 30% de los que beben mucho alcohol desarrollan cirrosis, así que nos interesa saber qué genes intervienen en el desarrollo de esta patología”, explica.
Algunos de ellos tienen que ver con las citocinas, ya que estas substancias producen inflamación, y la inflamación del hígado es la fase previa para sufrir cirrosis. Además, este grupo ha sido el pionero en ver qué gen es el que codifica el TNFα, el cual es uno de los más implicados en, que con la misma cantidad de alcohol, se desarrolle cirrosis.
Para llevar a cabo esta investigación, es necesario tener un grupo control compuesto por población general y un grupo de alcohólicos, ya que éstos son estudios de asociación, es decir, los científicos unen el hecho de que un grupo de personas sufra una determinada patología y el hecho de que éstos tengan una alteración genética que sea diferente al resto.
En cuanto a la adicción, el grupo de Laso estudia también los genes que intervienen en los sistemas de neurotransmisión, tales como el sistema opioide, el sistema cannabinoide y el sistema dopaminérgico.
Fuente: Europa Press.
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