Investigadores de la Universidad de California, en Davis,
han descubierto que los coágulos sanguíneos desempeñan un papel inesperado en
la protección del cuerpo contra los efectos mortales de bacterias, mediante la
absorción de toxinas bacterianas. La investigación fue publicada recientemente en
la revista PLoS ONE.
"Es un nuevo mecanismo que se añade a la corta lista de
defensas que los animales utilizan para protegerse contra la sepsis inducida
por toxinas", dijo Peter Armstrong, profesor de biología molecular y
celular en la UC Davis y autor principal del artículo.
A pesar de poseer antibióticos modernos, el shock séptico
que se produce por infecciones bacterianas afecta a alrededor de 300.000
personas al año en los EE.UU., con una tasa de mortalidad de entre el 30 y el
50 por ciento. El shock séptico es causado por las bacterias Gram-negativas,
que liberan una toxina llamada lipopolisacárido o endotoxina. En pequeñas
cantidades, el lipopolisacárido desencadena la inflamación. Cuando las infecciones
con estas bacterias se salen de control, la circulación de los
lipopolisacáridos a través del torrente sanguíneo, causa daños catastróficos en
órganos y tejidos.
Estas toxinas causan enfermedades en una gran variedad de
especies animales, el lipopolisacárido también resulta tóxico en cangrejos y
langostas, separados de los seres humanos por millones de años de evolución. En
los seres humanos y otros mamíferos, los coágulos de sangre se forman
rápidamente a partir de una mezcla de células sanguíneas especializadas y
fibras de proteína. En los artrópodos, como los cangrejos y langostas también
pueden formar coágulos en respuesta a una lesión, con una mezcla diferente de
células y proteínas.
Los coágulos protegen y ayudan a sellar heridas, evitan que
la sangre o los fluidos corporales se escapen y forman una barrera física que
impide a las bacterias entrar en el cuerpo. El nuevo estudio muestra que
también retienen activamente los lipopolisacáridos, y reducen su expansión
desde el lugar de la herida al resto del cuerpo, en donde podría causar
enfermedad o incluso la muerte.
El laboratorio de Armstrong había desarrollado previamente
marcadores fluorescentes para demostrar que una molécula parecida a los lipopolisacáridos
estaba presente en los cloroplastos, las
estructuras dentro de las células de las plantas que llevan a cabo la
fotosíntesis y se cree que son descendientes de las bacterias. Como él también
estudia el papel de los coágulos de sangre en la resistencia a las infecciones,
Armstrong decidió poner a prueba las mismas técnicas en la formación de
coágulos de sangre que habían sido expuestos a bacterias o a lipopolisacáridos
bacterianos. Las sondas fluorescentes iluminaron los coágulos, lo que demuestra
que las fibras de coágulo mantienen los lipopolisacáridos en su superficie.
Armstrong y sus colegas analizaron los coágulos de sangre, o
su equivalente, de los seres humanos, los ratones, las langostas y de los
cangrejos. En todas las cuatro especies, encontraron que los lipopolisacáridos
marcados con fluorescencia se unen a las fibras de la coagulación de la sangre.
La toxina se une muy firmemente de tal manera que no puede ser eliminada
fácilmente por tratamientos químicos que eliminan macromoléculas débilmente
unidos a las proteínas del coágulo.
Armstrong también fue capaz de filmar los coágulos en los
vasos sanguíneos de ratones in vivo, mostró
que estos coágulos tomaron lipopolisacáridos en tiempo real. Estos experimentos
in vivo, dijo, confirman las hipótesis y ofrecen nuevos conocimientos sobre la
patología de la sepsis.
Una de las consecuencias mortales del shock séptico es la
coagulación intravascular diseminada, cuando se forman coágulos de sangre
rápidamente por todo el cuerpo. Pero los nuevos resultados sugieren que en una
escala pequeña y local, esto podría ser parte de un mecanismo de protección
contra la sepsis - estos coágulos intravasculares pueden absorber grandes cantidades
de lipopolisacáridos de la sangre. También muestran que en lugar de ser una
barrera física simple, los coágulos sanguíneos desempeñan un papel activo y
dinámico en la protección del cuerpo contra las infecciones
Fuente: ScienceDaily
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